lunes, 26 de septiembre de 2016
FUNZA
TALLER DE FILOSOFIA
TALLER DE FILOSOFIA
TALLER DE EPISTEMOLOGÍA GRADO 11
La ciencia busca la organización sistemática del conocimiento acerca del mundo. El sentido común, como la ciencia, proporciona conocimiento acerca de fenómenos naturales, y este conocimiento es a menudo correcto. Por ejemplo, el sentido común nos dice que un niño se parece a sus padres y que las buenas semillas producen buenas cosechas. El sentido común sin embargo, muestra poco interés en establecer sistemáticamente conexiones entre fenómenos que no parecen estar evidentemente relacionados. En contraste, la ciencia se interesa por formular leyes generales y teorías que manifiestan patrones de relaciones entre muy distintas clases de fenómenos.(…) La ciencia procura explicar por qué los sucesos observados de hecho ocurren. Aun cuando el conocimiento adquirido en el curso de la experiencia ordinaria es frecuentemente preciso, rara vez proporciona explicaciones de por qué los fenómenos ocurren de cierta manera.
A partir de la lectura anterior responda las preguntas del 1 al 3
1. El planteamiento de los autores del texto anterior frente al conocimiento es que:
A. la ciencia es el único conocimiento válido porque produce verdades generales.
B. la diferencia entre la ciencia y el conocimiento común está en la organización que ésta hace de los datos.
C. es imposible distinguir el conocimiento común del conocimiento científico.
D. el conocimiento científico es el único que puede ofrecer una explicación coherente de la realidad.
2.Teniendo en cuenta que la ciencia produce n leyes generales que dan una explicación de la realidad física previendo así resultados, es innegable que el científico tiene una responsabilidad ética muy grande puesto que
A. los adelantos científicos tienen un impacto fundamental en el pensamiento y la vida de los seres humanos.
B. si sus cálculos son errados generan resultados negativos en la economía mundial.
C. el conocimiento científico es el que da la última palabra sobre la existencia humana.
D. el Estado deposita en él grandes sumas de dinero y apoyo en general, por los cuales se espera que responda.
3. El conocimiento científico es una organización sistémica de la realidad que busca respuestas posibles de demostrar. Por tal razón, algunos podrían afirmar que es un conocimiento superior al mito, dándole a este último un valor negativo. Una forma de superar esta interpretación errada es afirmar que:
A. el mito se queda en imaginación mientras que la ciencia va a la razón.
B. el mito abarca más campos de análisis que la ciencia.
C. la ciencia y el mito son dos formas válidas de explicar la realidad.
D. el mito es un conocimiento filosófico de la realidad.
4. El sentido común se diferencia de la superstición porque el sentido común obtiene sus conclusiones a partir de laobservación de casos similares cuya regularidad puede confirmarse experimentalmente, mientras que la superstición por lo general esta basada en casos cuya regularidad no es susceptible de comprobación experimental. De acuerdo a lo anterior, un ejemplo de superstición consiste en
A. pensar que un objeto redondo puede rodar a lo largo de un plano inclinado
B. creer que despues de la muerte el alma puede reencarnar en otros cuerpos
C. pensar que va a llover porque el cielo esta cargado de negros nubarrones
D. creer que el sol saldrá y se pondrá mañana a la misma hora de siempre
5. La filosofía busca la representación de conceptos de la realidad. Sócrates propuso un método para descubrir la verdad mediante preguntas continuas hasta llegar a ella. Luego Platón estableció como método la Dialéctica, ciencia que trata del raciocinio de sus leyes, formas y modos cuya base para llegar a la idea pura universal, es el diálogo. Según lo anterior la filosofía requiere para su estudio
A. un tipo de investigación definido según el objeto
B. un procedimiento lógico de razonamientos ordenados
C. una ciencia de conocimientos lógicos
D. un método de investigación
6. Platón afirma que existen dos clases de conocimiento: el conocimiento sensible con el que conocemos las cosas materiales y el conocimiento intelectual por el que conocemos el mundo ideal. Uno de los pasos para alcanzar este último conocimiento se encuentra en:
A. la jerarquización del mundo de las ideas, donde las ideas de Bien, Justicia y Belleza ocupan la más alta escala
B. la reminiscencia de las ideas que el alma ya conocía antes de entrar en el mundo sensible que es reflejo de las ideas
C. el olvido que padece el alma al encerrarse en un cuerpo que la puede llevar a fiarse de las opiniones de los sentidos
D. la aceptación de las opiniones a partir del cambio y de la transformación que se aparenta en el mundo sensible
7. Mientras que los racionalistas pensaban que una condición para el conocimiento es la existencia de unas ideas innatas, los empiristas afirmaban que la única condición para que existieran las ideas es la experiencia y la sensación.Así, se puede afirmar que tanto empiristas como racionalistas
A. consideraban que los seres humanos se representan el mundo gracias a las ideas
B. identificaron unos procesos racionales que posibilitan el pensamiento
C. vieron en la sensación el origen del conocimiento humano
D. creyeron que la percepción es suficiente para acceder al conocimiento
8. Frente al prominente peso que los empiristas otorgaban a los sentidos en el conocimiento del mundo, se opone la concepción racionalista que postula la razón como primordial en cuanto a la aprehensión del mundo. Aunque el racionalismo no descarta totalmente la existencia de sentidos y el empirismo no puede eliminar completamente el uso de la razón, son enfoques mutuamente excluyentes, porque
A. para los racionalistas, la razón decodifica los datos de los sentidos, afectando el proceso real de
conocimiento planteado por los empiristas
B. al postular como verdad las impresiones sensibles, los empiristas omiten una organización racional del conocimiento
C. se evita intencionalmente la complementariedad entre razón y sentido en el proceso cognitivo
D. las formas explicativas radicales del mundo son reductivas y dejan por fuera aspectos primordiales en el análisis
9. El problema epistemológico sobre la naturaleza de la vedad encuentra una de sus posibles soluciones en la doctrina denominada teoría de la correspondencia, que concibe la verdad como relación concreta entre la proposición y su objeto. Se puede concluir que para esta teoría, la verdad
A. se halla en la capacidad subjetiva que comprende todo
B. está acompañada de una proposición que se retrata en un hecho
C. es la identidad total entre el sujeto que conoce y el objeto conocido
D. se encuentra a partir de las ideas innatas que posee el ser humano
PREGUNTAS TIPO IV
10. Frente a las dos corrientes filosóficas preponderantes en la época moderna, el racionalismo y el empirismo, las cuales sostenían por un lado, que el conocimiento tenía su base exclusivamente en la razón, sin contar para nada con la experiencia y por otro lado, que el conocimiento dependía esencialmente de los sentidos, pues lo que está en la razón primero ha pasado por los sentidos, Kant afirma que en el conocimiento juegan un papel importante tanto la
razón como la experiencia, puesto que
1. aunque el hombre posee conocimientos previos, necesita de la naturaleza para confrontarlos
2. la materia sólo se convierte en objeto cuando el hombre se relaciona con ella
3. la materia por sí misma responde las preguntas que el hombre le plantea
4. la relación del hombre con la materia permite conocer la sustancia
11. El escepticismo moderno, que desconoce la posibilidad absoluta del conocimiento, va generalmente acompañado del solipsismo que considera el yo individual y sus estados como único punto de partida legítimo de toda construcción filosófica del conocimiento. De acuerdo con lo anterior se puede deducir que en la modernidad
1. el problema epistemológico del conocimiento auténtico tiene una solución predominantemente escéptica
2. el método del conocimiento genuino debe partir del yo individual y de sus particularidades
3. la epistemología es posible desde las declaraciones trascendentales desprovistas de una base racional
4. el problema del conocimiento genuino se limita a conocer generalmente las particularidades del objeto
12. Para Platón, los sentidos permiten alcanzar solo el mundo material mientras que el intelecto llega a las ideas que constituyen el fin y el sentido de todo conocimiento. Esta concepción acepta que las ideas son el objetivo principal del hombre y se separa de las concepciones que conciben el conocimiento como
1. el principio universal de las ciencias y de la realidad
2. el saber generado a partir de la materialidad de los seres
3. el saber aprehendido por medio de los sentidos
4. el principio general que permite el acceso al Ser
FILOSOFIA CICLO V
ROCIO RUBIANO
LA FILOSOFÍA RACIONALISTA R. Descartes (1596-1650)
Sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento.
El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, el cual creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertos universales, verdades evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el francés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.
El Discurso del Método es una obra de plenitud mental. Exceptuando algunos diálogos de Platón, no hay libro alguno que lo supere en profundidad y en variedad de intereses y sugestiones. Fue escrito por René Descartes en 1637, e inaugura la filosofía moderna; abre nuevos cauces a la ciencia; ilumina los rasgos esenciales de la literatura y del carácter francés; en suma, es la autobiografía espiritual de un ingenio superior, que representa, en grado máximo, las más nobles cualidades de una raza nobilísima
El pensamiento cartesiano es como el pórtico de la filosofía moderna. Los rasgos característicos de su arquitectura se encuentran reproducidos, en líneas generales, en la estructura y economía ideológica de los sistemas posteriores. Descartes propone un grupo de problemas a la reflexión filosófica, y ésta se emplea en descifrarlos durante más de un siglo; hasta que una nueva transformación del punto de vista trae a los primeros planos de la conciencia nuevos intereses especulativos y prácticos, que inician nuevos métodos y orientaciones del pensamiento.
MEDITACIONES METAFÍSICAS
Por René Descartes
Meditación primera;
De las cosas que pueden ponerse en duda
He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias. Mas pareciéndome ardua dicha empresa, he aguardado hasta alcanzar una edad lo bastante madura como para no poder esperar que haya otra, tras ella, más apta para la ejecución de mi propósito; y por ello lo he diferido tanto, que a partir de ahora me sentiría culpable si gastase en deliberaciones el tiempo que me queda para obrar.
Así pues, ahora que mi espíritu está libre de todo cuidado, habiéndome procurado reposo seguro en una apacible soledad, me aplicaré seriamente y con libertad a destruir en general todas mis antiguas opiniones. Ahora bien, para cumplir tal designio, no me será necesario probar que son todas falsas, lo que acaso no conseguiría nunca; sino que, por cuanto la razón me persuade desde el principio para que no dé más crédito a las cosas no enteramente ciertas e indudables que a las manifiestamente falsas, me bastará para rechazarlas todas con encontrar en cada una el más pequeño motivo de duda. Y para eso tampoco hará falta que examine todas y cada una en particular, pues sería un trabajo infinito; sino que, por cuanto la ruina de los cimientos lleva necesariamente consigo la de todo el edificio, me dirigiré en principio contra los fundamentos mismos en que se apoyaban todas mis opiniones antiguas.
Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero, lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que tales sentidos me engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez. Pero, aun dado que los sentidos nos engañan a veces, tocante a cosas mal perceptibles o muy remotas, acaso hallemos otras muchas de las que no podamos razonablemente dudar, aunque las conozcamos por su medio; como, por ejemplo, que estoy aquí, sentado junto al fuego, con una bata puesta y este papel en mis manos, o cosas por el estilo. Y ¿cómo negar que estas manos y este cuerpo sean míos, si no es poniéndome a la altura de esos insensatos, cuyo cerebro está tan turbio y ofuscado por los negros vapores de la bilis, que aseguran constantemente ser reyes siendo muy pobres, ir vestidos de oro y púrpura estando desnudos, o que se imaginan ser cacharros o tener el cuerpo de vidrio? Mas los tales son locos, y yo no lo sería menos si me rigiera por su ejemplo.
Con todo, debo considerar aquí que soy hombre y, por consiguiente, que tengo costumbre de dormir y de representarme en sueños las mismas cosas, y a veces cosas menos verosímiles, que esos insensatos cuando están despiertos. ¡Cuántas veces no me habrá ocurrido soñar, por la noche, que estaba aquí mismo, vestido, junto al fuego, estando en realidad desnudo y en la cama! En este momento, estoy seguro de que yo miro este papel con los ojos de la vigilia, de que esta cabeza que muevo no está soñolienta, de que alargo esta mano y la siento de propósito y con plena conciencia: lo que acaece en sueños no me resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero, pensándolo mejor, recuerdo haber sido engañado, mientras dormía, por ilusiones semejantes. Y fijándome en este pensamiento, veo de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni señales que basten a distinguir con claridad el sueño de la vigilia, que acabo atónito, y mi estupor es tal que casi puede persuadirme de que estoy durmiendo.
Así, pues, supongamos ahora que estamos dormidos, y que todas estas particularidades, a saber: que abrimos los ojos, movemos la cabeza, alargamos las manos, no son sino mentirosas ilusiones; y pensemos que, acaso, ni nuestras manos ni todo nuestro cuerpo son tal y como los vemos. Con todo, hay que confesar al menos que las cosas que nos representamos en sueños son como cuadros y pinturas que deben formarse a semejanza de algo real y verdadero; de manera que por lo menos esas cosas generales —a saber: ojos, cabeza, manos, cuerpo entero— no son imaginarias, sino que en verdad existen. Pues los pintores, incluso cuando usan del mayor artificio para representar sirenas y sátiros mediante figuras caprichosas y fuera de lo común, no pueden, sin embargo, atribuirles formas y naturalezas del todo nuevas, y lo que hacen es sólo mezclar y componer partes de diversos animales; y, si llega el caso de que su imaginación sea lo bastante extravagante como para inventar algo tan nuevo que nunca haya sido visto, representándonos así su obra una cosa puramente fingida y absolutamente falsa, con todo, al menos los colores que usan deben ser verdaderos.
Y por igual razón, aun pudiendo ser imaginarias esas cosas generales —a saber: ojos, cabeza, manos y otras semejantes— es preciso confesar, de todos modos, que hay cosas aún más simples y universales realmente existentes, por cuya mezcla, ni más ni menos que por la de algunos colores verdaderos, se forman todas las imágenes de las cosas que residen en nuestro pensamiento, ya sean verdaderas y reales, ya fingidas y fantásticas. De ese género es la naturaleza corpórea en general, y su extensión, así como la figura de las cosas extensas, su cantidad o magnitud, su número, y también el lugar en que están, el tiempo que mide su duración y otras por el estilo.
Por lo cual, acaso no sería mala conclusión si dijésemos que la física, la astronomía, la medicina y todas las demás ciencias que dependen de la consideración de cosas compuestas, son muy dudosas e inciertas; pero que la aritmética, la geometría y demás ciencias de este género, que no tratan sino de cosas muy simples y generales, sin ocuparse mucho de si tales cosas existen o no en la naturaleza, contienen algo cierto e indudable. Pues, duerma yo o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más de cuatro lados; no pareciendo posible que verdades tan patentes puedan ser sospechosas de falsedad o incertidumbre alguna.
Y, sin embargo, hace tiempo que tengo en mi espíritu cierta opinión, según la cual hay un Dios que todo lo puede, por quien he sido creado tal como soy. Pues bien: ¿quién me asegura que el tal Dios no haya procedido de manera que no exista figura, ni magnitud, ni lugar, pero a la vez de modo que yo, no obstante, sí tenga la impresión de que todo eso existe tal y como lo veo? Y más aún: así como yo pienso, a veces, que los demás se engañan, hasta en las cosas que creen saber con más certeza, podría ocurrir que Dios haya querido que me engañe cuantas veces sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado, o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que ésas, si es que son siquiera imaginables. Es posible que Dios no haya querido que yo sea burlado así, pues se dice de Él que es la suprema bondad. Con todo, si el crearme de tal modo que yo siempre me engañase repugnaría a su bondad, también parecería del todo contrario a esa bondad el que permita que me engañe alguna vez, y esto último lo ha permitido, sin duda.
Habrá personas que quizá prefieran, llegados a este punto, negar la existencia de un Dios tan poderoso, a creer que todas las demás cosas son inciertas; no les objetemos nada por el momento, y supongamos, en favor suyo, que todo cuanto se ha dicho aquí de Dios es pura fábula; con todo, de cualquier manera que supongan haber llegado yo al estado y ser que poseo —ya lo atribuyan al destino o la fatalidad, ya al azar, ya en una enlazada secuencia de las cosas— será en cualquier caso cierto que, pues errar y equivocarse es una imperfección, cuanto menos poderoso sea el autor que atribuyan a mi origen, tanto más probable será que yo sea tan imperfecto, que siempre me engañe. A tales razonamientos nada en absoluto tengo que oponer, sino que me constriñen a confesar que, de todas las opiniones a las que había dado crédito en otro tiempo como verdaderas, no hay una sola de la que no pueda dudar ahora, y ello no por descuido o ligereza, sino en virtud de argumentos muy fuertes y maduramente meditados; de tal suerte que, en adelante, debo suspender mi juicio acerca de dichos pensamientos, y no concederles más crédito del que daría a cosas manifiestamente falsas, si es que quiero hallar algo constante y seguro en las ciencias.
Pero no basta con haber hecho esas observaciones, sino que debo procurar recordarlas, pues aquellas viejas y ordinarias opiniones vuelven con frecuencia a invadir mis pensamientos, arrogándose sobre mi espíritu el derecho de ocupación que les confiere el largo y familiar uso que han hecho de él, de modo que, aun sin mi permiso, son ya casi dueñas de mis creencias. Y nunca perderé la costumbre de otorgarles mi aquiescencia y confianza, mientras las considere tal como en efecto son, a saber: en cierto modo dudosas —como acabo de mostrar—, y con todo muy probables, de suerte que hay más razón para creer en ellas que para negarlas. Por ello pienso que sería conveniente seguir deliberadamente un proceder contrario, y emplear todas mis fuerzas en engañarme a mí mismo, fingiendo que todas esas opiniones son falsas e imaginarias; hasta que, habiendo equilibrado el peso de mis prejuicios de suerte que no puedan inclinar mi opinión de un lado ni de otro, ya no sean dueños de mi juicio los malos hábitos que lo desvían del camino recto que puede conducirlo al conocimiento de la verdad. Pues estoy seguro de que, entretanto, no puede haber peligro ni error en ese modo de proceder, y de que nunca será demasiada mi presente desconfianza, puesto que ahora no se trata de obrar, sino sólo de meditar y conocer.
Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios —que es fuente suprema de verdad—, sino cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado de toda su industria para engañarme. Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores, no son sino ilusiones y ensueños, de los que él se sirve para atrapar mi credulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, ni sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar crédito a ninguna falsedad, y dispondré tan bien mi espíritu contra las malas artes de ese gran engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada.
Pero un designio tal es arduo y penoso, y cierta desidia me arrastra insensiblemente hacia mi manera ordinaria de vivir; y, como un esclavo que goza en sueños de una libertad imaginaria, en cuanto empieza a sospechar que su libertad no es sino un sueño, teme despertar y conspira con esas gratas ilusiones para gozar más largamente de su engaño, así yo recaigo insensiblemente en mis antiguas opiniones, y temo salir de mi modorra, por miedo a que las trabajosas vigilias que habrían de suceder a la tranquilidad de mi reposo, en vez de procurarme alguna luz para conocer la verdad, no sean bastantes a iluminar por entero las tinieblas de las dificultades que acabo de promover.
ACTIVIDADES:
Después de leer este texto, responda en grupo las siguientes preguntas:
a) ¿Qué tan importante es tener buenos cimientos en nuestros edificios de creencias?
b) ¿Qué tan fiables son los sentidos para fundamentar el conocimiento?
c) ¿Cuan razonable es dudar, y cuando?
d) ¿Qué limitaciones puede tener dudar?
e) Según tu parecer, ¿Hay una enseñanza en el argumento de Descartes o qué se desprende de éste que tiene relevancia para hoy en día?
SOCIALES
CICLO IV

RELACIONA
1.UN MARINO AVENTURERO
En el siglo XV, antes del descubrimiento de América, España estaba en guerra contra los árabes, quienes la habían invadido desde hacía ocho siglos.
España estaba dividida en varios reinos y para derrotar a lo árabes se unieron los reinos de Castilla y Aragón, con el matrimonio, en 1469, de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, a quienes el Papa les dio el titulo de Reyes Católicos, porque defendían la religión católica. Los españoles lograron expulsar a los árabes en 1492. En este mismo año, los Reyes Católicos financiaron la expedición del marino genovés, Cristóbal Colón, a las Indias.
ACTIVIDAD
¿Qué reinos se unieron para derrotar a los árabes?
COMPLETO:
Cristóbal Colón creyó que había lleagado a ___________
2 UN NUEVO CONTINENTE
ACTIVIDAD
Con tus propias palabras explica lo que viste y leiste en el libro dogital.
3. SE INICIO LA CONQUISTA

Con el primer viaje de Cristobal colón a América se inició la conquista española.
Colón realizó otros tres viajes en lo cuales trajo plantas, semillas y animales, con el fin de ir creando asentamientos o colonias, donde vivirían los españoles recién llegados.
4CONDICIONES Y CAMBIOS DE VIDA
Los españoles, en su afán de enriquecerse, no valoraron la grandeza de los grupos humanos encontrados; su admiración se concentraba en la riqueza de metales y piedras preciosas, además del poder que podían ejercer sobre los indígenas, quienes trabajaban a su servio.
La conquista del territorio colombiano duró alrededor de cincuenta años y suele dividirse en cuatro fases o etapas:La primera: nuevos viajes de Colón, La segunda: la costa del Atlántico, La tercera: la costa del pácifico, La cuarta: el interior del país.
De América, los conquistadores llebavan a España maíz, oro y frutas, entre otros. De España trajeron caña de azucar, naranjos y limones; animales como caballos, perros, vacas, cerdos, ovejas y algunas aves, como las gallinas.
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